I
Qué decir de ese hombre que me habita,
que interpreta mi vida a su modo,
hace omiso caso a mis ruegos
desplazándome ...
haciendo uso de sus artes ficticias y aduladoras.
Se me asoma con ese deseo y ansiedad
desarbolando el velamen de mi precaria serenidad.
Ese,
a veces desconocido
que trabaja incansable en mi perdición.
Esa asumida desconfianza mutua
que nos arrastra en un mismo cuerpo,
en un mismo pitillo ...
en una misma carrera a contra-reloj
II
No soy el que te ama,
es ...
ese otro,
que habita dentro de mí,
como un condenado ...
Cuando te digo, “ te amo”,
es cierto ...
aunque no sea yo quien te lo diga.
III
Aquí en este destierro
habito sin soñarlo,
sin saber por qué soy un proscrito,
viviendo el mismo trago
en el que moriré.
Cogiendo el día por los pelos,
porque son mis cabellos.
¿cuántos yos, acallo?
que creen conocerme,
dictan proclamas a quien yo sé.
Existo,
indiferente a mis otros.
Sólo pido una cosa.
Nada,
lo demás me será dado.

martes, 17 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario